¿JURÁIS           a Dios y prometéis al Rey seguir constantemente sus banderas,           defenderlas hasta verter la última gota de vuestra sangre y no           abandonar al que os estuviere mandando en función de guerra o en           preparación para ella?                       
Los           trescientos ochenta y dos «novatos». de quince a dieciséis años,           respondieron como un solo hombre un vibrante:
En el Alcázar           de Toledo, el 13 de octubre de 1907. Los cadetes de la nueva promoción           prestan juramento de fidelidad a la bandera y al rey. Entre ellos,           llama la atención un muchacho muy joven y menudo, que todavía no ha           cumplido los quince años. Se llama Francisco Franco Bahamonde. El           nuevo cadete no puede ocultar la emoción que le embarga: ha quedado           ligado para siempre al Ejército y a la Patria.
Sus más           íntimos amigos saben. sin embargo, que la verdadera vocación del           joven Franco Bahamonde no es la de combatir en los campos de batalla,           sino a bordo de los buques de guerra. Anhelo lógico y natural en un           muchacho nacido en El Ferrol y en el seno de una familia de marinos.           Francisco, en efecto, es el hijo segundo de un funcionario naval, don           Nicolás Franco Salgado, y de doña Pilar Bahamonde Pardo. hija a su           vez de un intendente de Marina.
Mientras           en el patio de armas del Alcázar toledano se celebraba la emotiva e           inolvidable ceremonia, el cadete Franco recordaba los más importantes           hechos de su infancia, todavía tan cercana...

No hay comentarios:
Publicar un comentario